Aunque los techos de palma, tradición maya de construcción cuando la isla era un sitio de adoración de la Diosa de la fertilidad “Ixchel”, han sido sustituidos por firmes construcciones de concreto, aún siguen conservando en sus habitantes la inocencia, honestidad y disposición de servicio que siempre ha caracterizado a la cultura maya.
La breve información recopilada en documentos históricos, no se compara con la vasta colección de vestigios dejados por sus antiguos pobladores como prueba de la importancia de La isla de las Golondrinas como punto de intercambio comercial marítimo de su antigua cultura antes de la llegada de los conquistadores españoles, quienes por su situación geográfica la eligieron como un lugar clave en su navegación, donde tenían oportunidad de disfrutar las más bellas puestas de sol.
Cálido desde entonces con sus huéspedes, cuna de tortugas marinas, flamencos, mapaches y pizotes, Cozumel fue también refugio de famosos piratas alrededor del siglo XVII, y repentinamente deshabitada por desconocidas razones, cultivó durante sus años de desolación y soledad esa peculiar sensación que hoy puede cosechar cada uno de sus visitantes al contagiarse de la alegría de este pequeño trozo de tierra rodeado de aguas color turquesa por las cosquillas que le provocan en su superficie la pisada de los pies de las personas que lo visitan.
Quienes han sabido heredar a sus descendientes y nuevos pobladores la simpleza, tranquilidad y vida sin prisa característica de las villas de pescadores de antaño.
Personas con la arraigada costumbre de escuchar a la radio aún con la llegada de lo más excéntrico en cuestión de comunicaciones, aficionados al cine y al beisbol por tradición y grandes despilfarradores de creatividad, alegoría y convivencia durante la celebración de sus tradicionales festividades como El Carnaval (Febrero) y Las fiestas de el Cedral (Mayo),Integran sin reserva a cuanto visitante gusta de venir a Cozumel para unirse a celebrar con ellos. “San Miguel”, nombre que lleva la pequeña y céntrica urbanidad, fue bautizada en honor al arcángel, considerado protector de esta y de sus habitantes aún cuando se encuentran fuera de ella.
Los Cozumeleños han sabido sacrificar con mucho honor la fisonomía urbana original de la isla, modificándola para dar paso al progreso que conlleva el compartir con otras culturas la belleza del poblado, su selvática naturaleza y único color de sus aguas que la rodean con quienes por mar y aire vienen a conocerla y hacerla suya por unos días.
La temperatura ambiental promedio es de 27 grados, en los tibios veranos entre 27 y 32 grados, y en el invierno refresca alrededor de 21 grados, por lo que en Cozumel todos los días son días propicios para ir a la playa y el agua se mantiene en una temperatura entre los 25 y 27 grados a lo largo del año.
Uno de sus grandes privilegios es dar refugio en ellas al sistema de arrecifes más grande en las Américas , El arrecife Mesoamericano que hace realidad el sueño de cualquier buzo pues en estos arrecifes han encontrado su hogar más de 250 de especies de peces tropicales incluyendo al pez ángel reina y al pez sapo que no se ven en ninguna otra parte del mundo, tortugas marinas, y una variedad inagotable de especies marinas, que curiosas se exhiben también para quienes prefieren disfrutar del esnórkel sin explorar las profundidades.
En tierra, Los árboles se salpican de fragatas, cormoranes, ranas de árbol y algunos pelícanos que disfrutan de convivir con los humanos en el malecón. Batallones completos de cangrejos se ven circular por todos lados en la época de apareamiento y alrededor de toda la isla se exhiben amigablemente las iguanas sus variedades de colores. Si llueve, las tortugas de tierra salen a caminar por la selva y la ciudad agradeciendo la humedad, mientras las tortugas marinas celosas de sus huevecillos los entierran en nidos en cualquiera de sus playas sin detenerse ante la curiosa mirada de los humanos.
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